OCHO DIMENSIONES FUNDAMENTALES
El ejercicio del liderazgo dentro de una institución o iniciativa educativa ha de
ser eminentemente pedagógico: es decir, su perfil y actuación deben ser acomodadas a
lo que es peculiar de la educación, de los resultados que implica y de los procesos que
conlleva. Consiguientemente, aunque los rasgos generalmente atribuibles a cualquier
tipo de liderazgo pueden ser aplicables a este liderazgo pedagógico, la preocupación
fundamental del liderazgo que aquí se aborda ha de ser la promoción de la potencialidad
de todos los miembros de una entidad o iniciativa educativa orientada a lograr la
efectividad y calidad de la educación, preferiblemente dentro de un enfoque de calidad
total.
Así entendido, el perfil del líder pedagógico se caracterizará por la constancia de
las dimensiones que se describen seguidamente
- Dimensión carismática. Implica que el líder (ya se aplique a una persona o a un
equipo o grupo de personas) resulte suficientemente atractivo como para facilitar
que otras personas estén satisfechas de estar con él o ella y sea capaz de provocar
que las personas de su entorno quieran estar junto a él o ella.
El líder carismático atrae fácilmente hacia sí a las personas con las que establece
algún tipo de contacto: este atractivo personal, frecuente obedece más a una
actitud psicológica positiva hacia los demás que al propio aspecto puramente
físico (Gento, S., 2002: 198).
Entre los rasgos que pueden hacer surgir o incrementar la dimensión carismática
cabe referirse al sentido del humor (Giuliani, R., 2002: 36)Gento, S. y Cortés, J.
Otro rasgo que contribuye al reforzamiento de la dimensión carismática es el
optimismo: “El líder debe inspirar confianza (…) En esto consiste el optimismo.
Un elemento que puede contribuir a la dimensión carismática es la reconocida
autoridad profesional, no basada en el ejercicio autoritario del poder, sino en la
relevancia que posee por su conocimiento y, sobre todo, buen hacer profesional
También puede influir en esta dimensión el reconocimiento de su legitimidad
para el puesto o cargo que ocupa.
Dimensión emocional. Supone que el líder, en su relación con cualquier persona
(ya sea miembro de la entidad educativa o relacionada con ella), trata a todos con
elevada amabilidad, consideración y reconocimiento. De acuerdo con la
dimensión emocional o afectiva, el líder ha de procurar reforzar en todo momento
la dignidad de cada persona y mostrar estima y aprecio hacia todos.
El reconocimiento es un componente fundamental de la dimensión emocional:
“Uno de los componentes fundamentales (…) del rol de cualquier liderazgo
consiste en tener la oportunidad de hacer saber a los colaboradores cuán
importante es su trabajo para el propio líder” (Giuliani, R., 2002: 40).
La confianza en los colaboradores refuerza la relación emocional: “Parte de la
responsabilidad de todo líder es el reconocimiento de sus limitaciones. Otra parte
la constituye la confianza en los que trabajan con él o ella” (Giuliani, R., 2002:
219)
La ayuda a los demás, especialmente en tiempos difíciles puede inscribirse,
también, en la dimensión emocional: el auténtico líder “trata de guardar su tiempo
y energía para las ocasiones en las que es realmente necesario” (Giuliani, R.,
2002: 256).
- Dimensión anticipadora. Referida al líder pedagógico, hace referencia a la
capacidad para tener una visión anticipadora de lo que puede ocurrir cuando se
utilizan determinadas estrategias y se llevan a cabo actuaciones concretas frente a
retos o problemas que puedan surgir. Implica, por tanto, una percepción
anticipadora de las consecuencias o efectos que se derivarán de las soluciones que
se arbitren frente a determinados problemas. “El líder debe estar siempre
anticipándose” (Giuliani, R., 2002: 359)
“Al tener que tomar decisiones importantes, el líder se anticipa a considerar
cuáles serán las consecuencias de cada decisión, antes de optar por la más
conveniente” (Giuliani, R., 2002: 123).
Esta capacidad anticipadora se fundamenta, especialmente, en el conocimiento o
sabiduría que el auténtico líder ha ido adquiriendo a través del estudio, la
reflexión y el análisis de la realidad: “La sabiduría sigue siendo un encantador y
altamente deseado, aunque misterioso componente del liderazgo” (Branson, Ch.
M., 2010: 21).
- Dimensión profesional. De acuerdo con la misma, el auténtico líder pedagógico
debe impulsar la institución hacia el logro de metas y objetivos educativos, y debe
tratar de facilitar a la institución o entidad educativa y a sus miembros la
disponibilidad de los recursos necesarios y el empleo de las estrategias requeridas
para lograr la máxima efectividad y calidad de la educación y de la institución en
la que se llevan a cabo los procesos educativos.
El auténtico líder ha ser siempre un ejemplo para sus colaboradores: “No hay
motivación más poderosa que la que ofrece un líder que actúa como ejemplo. Los
profesores, los principios, las declaraciones inspiradoras son elementos valiosos;
pero el ejemplo es el más valioso de todos” (Giuliani, R., 2002: 214). “No puedes
pedir a los que trabajan contigo algo que no estés tú dispuesto a hacer. Has de ser
un modelo de actuación” (id. id.: 209).
La posesión y transmisión de ideas a los colaborares son esenciales en el
liderazgo: “Los grandes líderes ejercen su liderazgo a través de sus ideas. La
ideología es muy importante cuando se lidera una organización grande” (Giuliani,
R., 2002: 171).
La dimensión profesional implica, también, la preocupación por que se cuente con
los necesarios recursos: “el líder del cambio educativo debe asegurarse de que
estén disponibles los recursos necesarios. Tales recursos incluyen los de tipo
físico, los económicos y de tiempo” (Branson, Ch. M., 2010: 77).
- Dimensión participativa. Asume que el mejor modo de impulsar a los individuos
y grupos hacia un trabajo inteligente y solidario es estimularlos a que ofrezcan su
esfuerzo cooperativo en proyectos en los que estén comprometidos por su
intervención en las decisiones que se han tomado en cada una de las fases de su
realización. Datos empíricos muestran, generalmente, que en escuelas de calidad
todos los miembros de la institución trabajan juntos y que la calidad se incrementa
cuando los sistemas educativos actúan coordinados con las instituciones educativas.
El auténtico elige y acoge a colaboradores de excelencia (Giuliani, R., 2002: 91;
110) y asigna a cada colaborador la tarea que mejor puede desempeñar (id. id.:
99): se trata, en definitiva, de elegir la mejor persona para la tarea que mejor se
acomode a cada uno (id. id.: 100). De este modo, “un buen trabajo en equipo
mejora la condición personal de cada miembro” (id. id.: 98). Por ello, “el
establecimiento de una dinámica que permita extraer lo mejor de cada persona es
una las facetas más relevantes del auténtico líder” (Giuliani, R., 2002: 102)
El auténtico líder está dispuesto a escuchar opiniones contrarias a las suyas: “Un
auténtico líder, que actúa con el corazón y con una mente honesta, no impide la
expresión de ideas, simplemente porque no le resultan cómodas” (Giuliani, R.,
2002: 179). Conviene, además, que el líder conozca las fuerzas que se oponen al
cambio. Ante tales fuerzas contrarias, tratará de conocer las razones de la
oposición al cambio: con ello, podrá aclarar malentendidos y, en su caso,
introducir las modificaciones que sean convenientes.
- Dimensión cultural. Significa que el líder ha de promover la consolidación de la
cultura propia de la institución o su peculiar perfil cultural. Consiguientemente, el
líder pedagógico debe actuar con el compromiso necesario para clarificar,
consolidar, defender y difundir el perfil cultural de la institución o entidad
educativa. “Esta cultura propia, que arrancará de la concepción pedagógica de la
institución y que se consolidará a través de la propia tradición, requiere, para su
afirmación, que sea asumida por todos los miembros de la entidad (Gento, S.,
2002: 203).
En virtud de esta dimensión, el líder pedagógico explora los intereses
pedagógicos de los colaboradores (entre ellos, de modo destacado, de los
profesores). De este modo, resultará más fácil la potenciación de la cultura
integradora de la institución que aglutine las posibles diversas tendencias
ideológicas de los miembros (en su caso).
El auténtico líder ejemplifica, con su conducta, los valores y perfil cultural de la
institución. Como representante destacado de la misma (especialmente cuando se
trate de directivos), el efecto de su ejemplo al encarnar los valores y perfil cultural
de la entidad será un elemento impulsor en los restantes miembros de institución y
en las personas de su entorno.
- Dimensión formativa. Esencial en un auténtico líder, requiere que éste se
preocupe profundamente de su propia formación permanente y que trate de
impulsar la formación continua de las personas que trabajan con él o ella. Enfoque
fundamental de esta dimensión ha de ser, por tanto, la promoción de la necesaria
preparación profesional y de la mejor cualificación para llevar a cabo las
actuaciones necesarias que garanticen la efectividad de educación y de la
institución o entidad educativa.
“El auténtico líder debe adquirir por sí mismo el conocimiento de las áreas que
debe supervisar. Cualquiera que vaya a liderar una organización grande debe
reservar un tiempo para el estudio” (Giuliani, R., 2002: 290).
- Dimensión gerencial o administrativa. Hace referencia a las actuaciones
administrativas necesarias y a la realización de las rutinas de tipo burocrático.
Parece necesario que, para lograr auténticas instituciones o entidades educativas
de calidad, las actuaciones burocráticas se reduzcan o, al menos, se sometan a los
requerimientos educativos. Sin embargo, dado que tales actividades no parece que
puedan ser totalmente eliminadas, el líder atenderá a las necesarias actuaciones de
este tipo. Algunos rasgos de esta dimensión son los siguientes:
La dimensión gerencial lleva al líder pedagógico a participar en la asignación de
colaboradores a la institución (por ejemplo, profesores). Tal participación parece
conveniente para conseguir un equipo homogéneo y que se identifique con la
misión y los objetivos de la institución.